Amy Adams

Pasa mi viejo
frente al televisor
y de repente
queda paralizado

Es solo un instante
detiene el paso
apoya su baston
y exclama ¡Ooooh!

Es Amy Adams, que sale,
vestida de princesa,
fulminante,
desde una alcantarilla...

No hay nadie ya
que me pueda convencer
sobre otra demostración plausible
de las leyes de la genética.

No se elige

Yo no quise
ni pretendo
ser poeta...
¿que tipo de idiota ambiciona
que le pasen tantas cosas ingratas en la vida
para después andar contándolas
en metáforas, imagénes glorificadas

Habrá otros, quizás
que tengan cosas tan bellas
como huecas, para decir
Salud, por ellos
un sentido pésame para sus familias

Es que es como una fiebre
por la que se escapa el dolor
una manera de aligerar
ese pesado lastre
que amargamente llamamos destino.

Si tal vez, uno piensa, hubiese sido mejor
no haber sido un  instruido
no encontrarse jamas con las letras
tener una felicidad silenciosa
carente de voz y sufrimiento

Pero que gana uno
sabiendo que tiene el verbo
como quien tiene una bala
esperando,  que alguna suerte
la libere de la locura solitaria del tambor

Nadie, en sus cabales,
pide ni ruega, ser poeta
es solo un delirio de niño pretencioso
y maldición, para el hombre, que miró pasar al amor
y eligió quedarse, atónito, la vida entera
sentado al cordón de  la vereda de la muerte

Milagro

Será por algo
que me olvidé,
este sábado a la tarde
que me estaba suicidando.

El alfa y el omega
mefistóteles  o el pez,
los mormones que pasaron  por la esquina
la pandemia de caniches...
será que conseguí, por fin,
que Milagros me ayudara a volver a la ginebra

O tal vez, sera
Que al fin de cuentas
Todo es obra y arte de tu sombra,
tu maldita sombra
que a mi pesar,
aún me agita.