quieta

El camión de basura
sube por la calle Sol de Mayo,
sereno y repleto
llevando, embolsados, mis sueños
fuera de la ciudad.
El silencio,
la calma
acunan el descanso de los cuerpos
que perduran en el encierro.
La luz apagada del kiosco
susurra al caminante nocturno
que no habrá mas alcohol
hasta mañana,
pero no lo lamento.
Desde el techo del vecino
un gato, severo y silencioso,
ilumina mi regreso
con sus rayos de esmeralda.
Y yo, que vuelvo siempre sin gloria.
tanteo en mis bolsillos vacios
la llave de la reja de casa.
Ya sé que mañana sera otro día.
Pero esta noche, así, tan quieta,
sin frío y sin sorpresas
para mí, es única.

Autorretrato del dia.

Soy fanático practicante
de la aséptica rutina
por culpa de ser fiel devoto y amante
de los mas húmedos excesos,
no me arrepiento.
Alterno esta extraña doble vida
como quiero.
Uso el doble filo del olvido, que alguna vez
me clavaron por la espalda
como un limpio instrumento
de sangrías, para curarme
antes de infectarme, del amor.
No perdono, ¿porque tendría que hacerlo?
No soy dios, ni quiero serlo
Solo quise ser uno mas
y no tener que padecer el destino cruel,
de ser siempre, uno menos.
El entusiasmo siempre irá conmigo
aunque la silenciosa frustración
sea, que, en verdad, el cuerpo no acompaña.
Aprendí, a no aprender mas
y a  mandar  a la mierda a los maestros.
Vivo sin miedo y sin esperas
si me caigo, se que me levanto
pero... ¿hasta cuando?
Practico esta una rutina, no me pesa.
La esperanza, que poco a poco envejeció
al estado rancio de un recuerdo adolescente
me explica que cada día que pasa, es solo un suspiro
y un orgasmo verdadero, la promesa de la muerte.

malrimado (espejo)

Son y serán mi severo espejo
estas palabras que me van quedando decantadas
después de tantos años, en torpes, malrimados y trabajosos versos

Días y noches, que rescata insolente, mi destartalado recuerdo
dolores y placeres, que escapan, incesantes, de la nada
espinas que saco, de una vida acosada por el silencio

De lo que he llegado a ser, no me arrepiento
quedarán algo así, como postales, de una incompleta vida
pero lo que no he podido ver o hacer, lo juro, no me quita el sueño.

Me dirán que soy autista, pedante incomprendido,
impostor mal disfrazado, incontinente de emociones, narcisista
o simplemente portador de una ambición, inadecuada para un pobre tipo solitario.

Lo mismo me dá, si para mi, todo esto, es solo un ejercicio
de un derecho que me dió, a duras penas, la educación y la vida
o mero capricho, o una cadena de mentiras, la razón última de porqué escribo.

Solo me miro en este espejo y me comprendo
aprecio, muchas veces sorprendido, el incansable paso de mis días
aunque no rime, no se entienda y sea mas un gasto de energía que un consuelo.

De nadie.

No soy de nadie
tal vez, del viento
tal vez, de un sueño.
A lo mejor de la noche
que cobija mi ser.
Pero no pertenezco
ni soy propiedad,
porque no me asemejo
a un hombre ideado.
Soy, solamente
lo que se ve.
Un simple caballero
de a pie.
Porque no tengo estrella;
si mi nombre fuera, por caso,
una venganza
en el tortuoso entramado
del destino de otro
es una verdad,
que no me asusta
ni me interesa saber.
Mi corazón, he prestado
innumerables veces
y aunque en idéntica suerte
siempre resulto accidentado
igual, no me importa
otras mil veces
lo dejo, dispuesto,
a quien crea
que pueda jugar con él;
no de imprudente, lo hago
porque sencillamente
se que estoy vivo.
No soy de nadie,
menos de algun pensamiento
no tengo bandera
ni de fortunas, anhelo
puedo estar, prestado
por uno momentos
a unos ojos sinceros,
hasta que crezcan sus alas
agigante su aliento
y comprenda, como yo
que es mejor,
en este mundo de fallidas ilusiones
ser huésped cortés
o habitante de acero.
Pero siempre sintiendo el orgullo
de no tener dueño.