Mea culpa

No tienen magnitud
el odio y la verguenza que me dán
ver mujeres tan hermosas
deshacer, sin escatimo de impiedad,
belleza y juventud
en trabajos de mierda.
Desgastando sus cuerpos
entristeciendo sus rostros
Al igual que las personas,
esa gente realmente buena
que se gana paradojicamente la vida
pagando el precio de su salud
por la tétrica convivencia
entre reptílicos demonios.
No soporto, mucho menos, ni un instante
los niños en incesante maltrato
rondando las calles por la noche
y que por misteriosas razones
siguen amando a sus padres
A esta lista infame
agrego los amigos indolentes
que fingen mirar, cada día, hacia adelante
para regodearse, en secreto,  mansamente
con las sombras proyectadas del pasado.
Y a mi, ¿qué lugar me toca?
en esta procesión de ingratos desperdicios
seguro que ocupo un lugar privilegiado,
no puedo directamente confesarlo.
Pero quien entienda, y me siga en mis ideas
podría intuirlo  fácilmente
dejar al orgullo deslizar el momento indicado
no pelear por el amor, un cobarde evento calculado.
Una pena no llega a serlo
si se puede hundir en el olvido...
antes de que ocasione el mínimo daño.